Calles de Toledo

Venir a ver Toledo, no es solo venir a ver sus monumentos (Catedral, Alcázar, Hospital/Museo de santa Cruz,  Hospital/Museo de Tavera, Museo de los Comcilios, Sinagogas, Iglesias o Conventos) ya que estos solo son puntos en los mapas;

 

Sus calles están repletas de historias y leyendas, por las que se movieron los personajes que han ido haciendo la historia de España.

 

Personas míticas ‘El Cid Campeador’, ‘Los Reyes Católicos’, Carlos V’ que le dio su propio escudo, un águila de dos cabezas y se podría decir que todos aquellos que han contribuido a formar España de una forma u otra.

 

Toledo invita a perderse en sus rincones y a buscar los recuerdos de su pasado. En esta hermosa ciudad se han movido, los romanos, visigodos, árabes, judíos, cristianos, todos han ido dejando su impronta y enamorándose de Toledo.

 

La ciudad entera es un Museo, con sus estrechas, empinadas y empedradas calles, con sus casas ancladas en el tiempo, que evocan un pasado formidable.

 

Las calles de Toledo son estrechísimas; se puede dar la mano de una a otra ventana, y es empresa sencilla saltar de balcón a balcón, aun cuando las hermosas rejas y los magníficos barrotes de esa rica forja, tan abundante al otro lado de los Pirineos, puede impedir toda clase de familiaridades aéreas. Estas angosturas harían protestar indignados a los ultracivilizados, que sueñan con amplias plazas, amplios jardines, inmensas calles y otras bellezas y progresos; sin embargo, nada más razonable en un clima tórrido que las calles estrechas; y los arquitectos que han hendido con tantas aberturas enormes, el macizo de Argelia, no tardarán en darse cuenta de ello.

 

Si os veis obligados desgraciadamente a pasar por alguna plaza o calle ancha expuestos a los rayos del sol, estimaréis en seguida la sabiduría de los antiguos, que no sacrificaban todo a, una regularidad estúpida. 

 

En España, las mujeres salen a pie, con zapatos de raso verde y dan largos paseos, por lo cual las admiro realmente, sobre todo en Toledo, donde el suelo está pavimentado de guijarros puntiagudos y lustrosos, que parecen haber sido colocados allí a propósito por su lado más hiriente. Siendo estos una seña indiscutible de la ciudad desde el Siglo XVII

 

Esto es Toledo una ciudad tranquila, enclavada en el pasado, más eterna que Roma.

 

Gustavo Adolfo Becker escribió en y de Toledo:

 

“En nombre de los poetas y de los artistas,

en nombre de los que sueñan y de los que estudian,

se prohíbe a la civilización que toque a uno solo de estos ladrillos con su mano demoledora y prosaica”.

 

Calles de Toledo

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